Seducidos por Kate Bush


La artista británica revisa más 40 años de creatividad musical a través de dos cajas, Remastered I y II, un compendio de canciones con historias de amor y pasajes oníricos. 

Ensayo
Por: Juan Carlos Villanueva


“El arte de Kate Bush es el epítome de la feminidad”, me decía en alguna ocasión Peter Gabriel, tratando de rastrear las coordenadas que lo habían conducido a la artista oriunda de Kent, Inglaterra. Y es que su sexualidad, su feminidad y la compasión con la que expresa su obra “te seducen, te conmueven y te hacen renacer”; así definía Gabriel a la mujer que no solo lo acompañó en voz y presencia en el dueto “Don’t Give Up” del disco So, sino que, reconfortante, lo abraza y sostiene a lo largo del video de la misma canción.

“Ella es un faro de luz en el naufragio”, advierte el músico británico Steven Wilson, pensando en toda la música que ha sido inspirada, evocada y tocada por Kate Bush durante los siglos XX y XXI. Descubierta a los 15 años por David Gilmour de Pink Floyd, Kate vislumbró, imaginó y creó horizontes a los que muy pocos han llegado; quizá algún puñado de artistas han emulado su andanza inspirados por su experimentación audiovisual. Ahí están Björk, Tori Amos, PJ Harvey, Goldfrapp, St Vicent, Bat for Lashes, Lady Gaga, Imogen Heap y Florence and the Machine, entre otras, deseando ser tocadas por aquella luminiscencia a la que se refiere Wilson, ese mismo resplandor que maravilló a David Bowie cuando, en 1978, una joven Kate de apenas 19 años cantaba con una voz hechizante la hipnótica “Wuthering Heights”, del álbum debut The Kick Inside, mientras que en el video danza y se desliza ataviada en leotardo blanco, “como si un alma en pena se hubiera fusionado con el amo del teatro musical”, describía David Bowie.

Han pasado 40 años desde que Bush escribió “Wuthering Heights” (“Cumbres borrascosas”), inspirada en la novela homónima de Emily Brontë. Kate tenía 18 años y soñaba con historias de amores espectrales. “Heathcliff, soy yo, Cathy. He vuelto a casa. Tengo tanto frío, permíteme entrar por la ventana”, canta Kate como si fuera una médium por la cual el fantasma de Catherine Earnshaw, el personaje central del libro, implora el perdón a su amado Heathcliff con tal de que le abra la ventana y pueda regresar del mundo de los muertos, aunque en realidad solo desea que su amado se una a ella en la muerte.

La voz de Bush crea los paisajes y las geografías donde el júbilo, la ternura, el amor y la ensoñación son los escenarios de las más fantásticas y alucinantes historias. Deborah Withers, autora de Adventures in Kate Bush and Theory, escribió que el tono de su voz es “un asalto a los parámetros normales de la modulación vocal”. Así, en “Walk Straight Down the Middle”, del álbum The Sensual World (1989), su voz emula el canto de un ave, un elemento recurrente en su obra, que revolotea como eco en “The Endless Sky of Honey” del impecable Aerial, su último álbum en 2005 y el primero en doce años.

El lenguaje onírico creó una de las obras más hermosas de la música pop de todos los tiempos. El disco Hounds of Love (1985), el cenit en la carrera de la artista, revela pesadillas infantiles como ser perseguido por una jauría de perros a través de un bosque, como canta en la canción que da nombre al propio disco, aunque también “Hounds of Love (“Los sabuesos del amor”) son una imagen de alguien que teme ser capturado por el amor; y las imágenes son que “el amor toma la forma de perros de caza acechando, así que huyen porque temen ser atrapados por los perros y ser despedazados”, dijo Kate Bush a la revista NME. “Running Up that Hill (A Deal with God)” es sobre hacer un trato con Dios para intercambiar vidas con otra persona. “Se trata de una relación entre un hombre y una mujer. Se aman mucho, y el poder de la relación crea inseguridades. Expone que, si pudieran llegar a un acuerdo con Dios, el hombre pudiera ser la mujer y la mujer el hombre, cambiar de lugar, para entender cómo es ser la otra persona y aclarar los malentendidos”, dice Bush. “And Dream of Sheep” es una canción que trata de “alguien que va a dormir en el agua, donde están solos y asustados. Y quieren irse a dormir, alejarse de la situación. Pero al mismo tiempo es peligroso dormir en el agua, podrías ahogarte”, explicó la cantante en una entrevista para The Garden. 

Es fácil comprender que más allá de la fantasía, de la experimentación y de todo aquello que nutre la entelequia de Kate Bush, existe un hilo fantasma que hilvana cada una de las letras, melodías y notas que armonizan su obra: el amor. Con semejante fervor, Kate Bush, junto al productor e ingeniero de sonido James Guthrie (Pink Floyd), reeditó recientemente toda su discografía en dos cajas tituladas Remastered I y II, desde The Kick Inside hasta Aerial, acompañada por rarezas, versiones inéditas y el disco en vivo Before the Dawn, que registró su gira de 2014 en el Hammersmith Odeon, de Inglaterra, su primera presentación en 35 años.

Kate Bush es una mujer apasionada, perfeccionista, desapegada de los elogios y las apologías patrocinadas por la fama. No solo le dio al arte una nueva idea del poder femenino, sino que ha dejado una huella indeleble que nos hace pensar y temer que, para nuestro infortunio, jamás vuelva a existir otra Kate Bush.


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